La aprobación de la ley bitcoin ha sido una verdadera sorpresa para aquellos interesados en esta industria. Considerar a una moneda tan volátil como un medio de pago válido en todo el país y obligar a que todos los comercios tengan que aceptarlo (art. 7) es sin duda, un gran experimento económico y social que todos están expectantes por ver.
Muchos ciudadanos de a pie, aún se muestran escépticos con la medida, básicamente porque se trata de medios de pago electrónicos, poco familiares hasta el momento. Sin embargo, el escepticismo en realidad debería partir por el hecho de ser una moneda inestable, que si bien, puede tener momentos de amplios repuntes, también presenta caídas acentuadas y prolongadas (como la de las últimas semanas).
Usualmente esta moneda digital es usada como un tipo de fondo de inversión, pero no como medio de pago, precisamente porque su valor es muy cambiante. Desde luego, ver esta dinámica será muy interesante.
El presidente Nayib Bukele fue el precursor de esta norma, señalaba que reduciría el costo de las remesas de compatriotas en el extranjero hacia El Salvador, de igual forma, señaló que es una medida que promoverá la inclusión financiera de muchos ciudadanos que no tienen cuentas bancarias. Además de ello, es posible que este clima “cripto favorable” atraiga a muchas empresas bitcoin al país, y así se fomente el desarrollo y la inversión.
¿Suena bien no? ¿Qué podría salir mal? Pues en realidad mucho, la estabilidad financiera del país, por ejemplo.
Pero, ¿cuáles son los verdaderos incentivos detrás de esta ley?
Al parecer, todo tiene que ver con la recaudación fiscal y las famosas remesas del país. A la fecha, se sabe que son cuantiosas, pero el gobierno no tiene ningún control sobre ellas. ¿Qué pasaría si ahora las remesas llegan en bitcoin? Y que por su puesto las personas querrían convertir ese dinero en dólares y el único camino viable (hasta el momento) es el Wallet del gobierno Chivo. Ese es el camino para que el gobierno conozca el dinero en forma de bitcoin que entra al país, y que luego ellos convertirán en dólares para otorgárselo al ciudadano. De esta forma, el gobierno entra a la ecuación y a la cadena de las famosas remesas del país.
De acuerdo a VisualPolitik, esta forma de integrarse a la cadena de las remesas les permitiría: “colocar la comisión, la tasa de conversión que les viniera en gana” De esta forma, ellos podrían controlar la cantidad de dólares que les darán por el número de bitcoins que se les haya depositado. ¿Pero esto no tiene que ser necesariamente malo no? ¿o sí? En realidad, podríamos dar el beneficio de la duda, después de todo, el mundo está lleno de buenas intenciones.
¿Un escenario negativo? Que los ciudadanos solo puedan usar la app Chivo como exclusiva alternativa de conversión. ¿podría pasar? De acuerdo al artículo 9 de la ley, debemos esperar al reglamento: “las limitaciones y funcionamiento de las alternativas de conversión automática e instantánea de bitcoin a dólar provistas por el Estado serán especificadas en el Reglamento que al efecto se emita”
